Es notoria la gravedad de la situación que actualmente tiene España con
respecto al crédito bancario. No fluye, y por lo tanto no se genera consumo… o
mejor dicho, no hay endeudamiento, “familiarmente” hablando.
Cierto y verdad es, que cuando la bonanza crediticia emanaba de las
Entidades Financieras y todos los hogares disponían de crédito, el consumo se
llegó a disparar. Recordad que yo siempre digo que “en la economía todo está conectado”, por lo que si un índice o tasa decrece, puede que su índice
contrario suba. Esto, visto en el papel en forma de gráfica es algo meramente
sustancial y que puede llegar a pasar desapercibido estando aún en la gloriosa
etapa que todos los países pasan o han pasado; pero que cuando la monotonía “estalla”,
la sociedad deja de ver los datos en el papel, para verlos reflejados en sus
propias carteras.
Como observaréis en el gráfico,
entre 2008 y 2009 se llegó a alcanzar casi el billón de euros en deuda familiar
(normalmente deudores de Ent. Financ.), quedando la situación en 2008 en los
912.816 MM€. En ese año, como ya he explicado en otros artículos y opiniones,
fue clave la “quiebra” del ritmo español, en cuanto a crédito y consumo se
refiere. Por otro lado, la tasa de mora estaba empezando a surgir al galope y
sin expectativas de control, por lo que los bancos y las cajas de ahorro
dijeron un “buen día”: ¡No más crédito!... y nos cerraron el grifo.
De cierto modo son un poco más
de tres años los que llevamos sin que nuestras Entidades Financieras de
confianza nos den créditos. Incluso las líneas ICO sufrieron carencia de caudal
monetario con destino prestamista. Es por ello que el consumo ha dejado de
crecer, la venta de viviendas cada vez es menor, amén de la de vehículos
nuevos. Pero para poder “empezar de cero” se ha hecho bien en crear este casi
lustro de no conceder crédito. Ruego no me malinterpreten, pues lo explico en
el siguiente párrafo.
Con dos dedos de frente, tú le debes 10 euros a un amigo tuyo, el cual te
concede un tiempo ilimitado para devolvérselos. Al gastarlos, vuelves a pedirle
de nuevo 20, el cual con resquemor, aunque tras cierto regate te los presta.
Una vez gastados, y sin espectativas futuras de ingresar dinero, necesitas
pedirle 50 euros, pero esta vez no te los va a dar hasta que no le devuelvas
los 30 que le devías. Tras discutir con tu amigo A, te vas a ver a tu amigo B,
que tras pagarle dos cañas con el poco dinero que te sobró del último préstamo
del A, le dices que necesitas 80 euros para hacer una compra. Tu amigo B, casi
que pasa por la misma situación que tú, aunque termina por dejártelos. Al cabo
de un año, tu amigo B te llama y te cita, te dice: “Perdona, ¿recuerdas los 80
euros que te presté? Ahora soy yo quien los necesita. Ruego me los devuelvas”,
pero tú que no los tienes, optas por no corresponderle en la cita, y para colmo
vas a ver a tu amiga C, que tras insistirle en la necesidad que te hace, le
pides que te preste 100 euros. “No voy a prestarte nada hasta que no le
devuelvas lo que les debes a A y a B” ¡Te has quedado bloqueado! A y B habian
comentado a C tu falta de liquidez para devolverles los préstamos que te
hicieron.
Ahora, te toca vender cosas, obtener ayudas, o buscar empleo de cualquier
cosa; para poder devolverle a tus amigos el dinero, si quieres que en un futuro
te vuelvan a prestar. Tras hablar con unos conocidos, gerentes de un bar,
trabaja durante dos tardes en la terraza como camarero. Obtine por ello 100
euros. Ahorra 30 para unos gastos, y al día siguiente le vuelve a su amigo A
los 30 y a su amigo B, la mitad, 40 euros.
Juan y Teresa, los gerentes del bar, han quedado en avisarle la próxima
semana para volver a trabajar otras dos tarde en el bar. Así, podrá conseguir
de nuevo 100 euros, pagar los últimos 40 euros a B, y conseguir un ahorro de 60
para él mismo.
Pues igual pasa, si nos damos
cuenta, en nuestras casas. Intentamos liquidar la deuda pendiente que tenemos.
¿Cómo? Ahorrando y gastando menos, destinándolo a extinguir la responsabilidad
que tenemos con nuestros bancos. Así, las Entidades Financieras ven de nuevo
confianza en los clientes, y pueden, también tras ayudas del Gobierno, dar fluidez de nuevo a los créditos.
¿Comprendes ya el por qué ha
disminuido la deuda de las familias?
“Reflexión de la
Deuda de los Hogares y Familias desde 2004 a 2013”
Óscar Tapiador
Alcolao
Analista Económico y
Jurídico