Tal sorpresa, que al cumplir los 20 años me encontré con el libro del
juez Calatayud en mis manos… ¡me encanto! Como es de costumbre, y en una fiesta
comenzada poco antes del mediodía, a las 3:30 de la madrugada me marché. Al llegar
a mi casa y tras darme una ducha; aunque muerto de sueño… comencé a leer. Dos páginas,
que iban a ser el desencadenante de un no parar. Al menos un poquito, todos los
días, tenía que leer.
“MIS SENTENCIAS EJEMPLARES”
El libro, con Prólogo de José Chamizo De la Rubia (Defensor del Pueblo
Andaluz, hasta mayo del 2013) y perfil del Juez, narrado en tono amistoso por
Carlos Morán (Periodista del periódico granadino Ideal), cuenta como de una manera próxima al civismo, la creencia
en las oportunidades del ser humano, y en especial la de los menores, así como
la convicción de que apartar a un muchacho de la sociedad directa no acarrea
nada bueno para su corrección; que a los niños se les ha de educar desde
pequeños para evitar que en un futuro próximo lleguen a delinquir y cometer
fechorías a diestro y siniestro. En el apéndice “Decálogo para hacer delincuentes”,
el Juez cuenta una serie de pasos que de hacerlos, es muy probable que tu hijo
se vuelva un maleducado, consentido y probablemente… un cometedor de ilícitos
penales.
Unas cuantas Sentencias Ejemplares:
- Ha condenado a “ladrones” de material
informático, a trasladar… ¡material informático! en la mudanza del Juzgado.
-
Chavales que conducían motocicletas sin seguro,
a dibujar un comic y narrar así su particular hazaña ilegal. La medida, doy fe
de que dio resultado, ya que Enrique Ruiz Juristo, era ese chaval. Hoy es
ilustrador profesional y espero que consiga todos los objetivos que se
proponga. ¡Grande!
-
A acosadores sexuales los ha “condenado” para
participar en programas contra la Violencia de Género y Abusos Sexuales. De no
asistir a esos programas o cursos incurrían en un delito de desobediencia y
podrían ser nuevamente condenados y encerrados en un centro de menores.
-
Unas de las medidas más duras, y desarrolladas a
través del Centro de Reforma de Menores de Tierras de Orias, era la de llevar a
homicidas juveniles, que cumplían condena en régimen cerrado en ese centro, a
asistir a charlas y conferencias, así como demostraciones de cómo quedan los
cuerpos de sus víctimas cuando les apuñalan, disparan, golpean… hasta la
muerte.
Han sido las 355 páginas mejor empleadas en toda mi vida, ya que éste
libro que nunca voy a olvidar, muy seguramente me ayudará a realizar mi tarea
futura como padre, y a corregir a mi hijo desde la posición de padre… ¡nunca de
amigo! Mano dura, aunque sin faltar el respeto mutuo y el afecto.
Y para acabar dejo una reflexión:
“La justicia, y en especial la de menores, amén de ser para el
condenado un castigo, debería de verse como un premio. El premio es que las
condenas dictadas surtan efecto en cuanto a la reforma del menor, y él se dé
cuenta de lo que hizo está mal y de que las consecuencias que acarrean
perjudican a muchos, directa e indirectamente. El menor no debe ser castigado
con penas severas e internamientos en centros, sino debe ser integrado cuanto
antes en la sociedad, y que bajo un control realizado por profesionales, el
chaval se reforme junto el resto de ciudadanos”.
Gracias a Emilio Calatayud por enseñar la faceta más humana de la
justicia, y reitero, en especial la de menores.