viernes, 2 de agosto de 2013

Mis Sentencias Ejemplares - Emilio Calatayud

Recientemente, por mi cumpleaños, recibía de manos de mis amigos un par de libros: “La Economía del Bien Común” – Christian Felber; y “Mis Sentencias Ejemplares” – Emilio Calatayud. Éste último fue por el que me decanté en primer lugar para leer. Lo abordé con nerviosismo y estupor. Había oído hablar muy bien del Juez de Menores, D. Emilio Calatayud, culipardo de nacimiento y crecimiento, y granadino de oficio con conocimiento. Hace ya unos tres años, una profesora de Gestión de Oficina (María Eva Collado) me habló de las sentencias ejemplarizantes de éste Juez. Por aquel entonces yo tenía 16 años, y lo que me contó, un poco por encima, me pareció algo sensato.

Tal sorpresa, que al cumplir los 20 años me encontré con el libro del juez Calatayud en mis manos… ¡me encanto! Como es de costumbre, y en una fiesta comenzada poco antes del mediodía, a las 3:30 de la madrugada me marché. Al llegar a mi casa y tras darme una ducha; aunque muerto de sueño… comencé a leer. Dos páginas, que iban a ser el desencadenante de un no parar. Al menos un poquito, todos los días, tenía que leer.

“MIS SENTENCIAS EJEMPLARES”
 
El libro, con Prólogo de José Chamizo De la Rubia (Defensor del Pueblo Andaluz, hasta mayo del 2013) y perfil del Juez, narrado en tono amistoso por Carlos Morán (Periodista del periódico granadino Ideal), cuenta como de una manera próxima al civismo, la creencia en las oportunidades del ser humano, y en especial la de los menores, así como la convicción de que apartar a un muchacho de la sociedad directa no acarrea nada bueno para su corrección; que a los niños se les ha de educar desde pequeños para evitar que en un futuro próximo lleguen a delinquir y cometer fechorías a diestro y siniestro. En el apéndice “Decálogo para hacer delincuentes”, el Juez cuenta una serie de pasos que de hacerlos, es muy probable que tu hijo se vuelva un maleducado, consentido y probablemente… un cometedor de ilícitos penales.

Unas cuantas Sentencias Ejemplares:

-        Ha condenado a “ladrones” de material informático, a trasladar… ¡material informático! en la mudanza del Juzgado.
-          Chavales que conducían motocicletas sin seguro, a dibujar un comic y narrar así su particular hazaña ilegal. La medida, doy fe de que dio resultado, ya que Enrique Ruiz Juristo, era ese chaval. Hoy es ilustrador profesional y espero que consiga todos los objetivos que se proponga. ¡Grande!
-          A acosadores sexuales los ha “condenado” para participar en programas contra la Violencia de Género y Abusos Sexuales. De no asistir a esos programas o cursos incurrían en un delito de desobediencia y podrían ser nuevamente condenados y encerrados en un centro de menores.
-          Unas de las medidas más duras, y desarrolladas a través del Centro de Reforma de Menores de Tierras de Orias, era la de llevar a homicidas juveniles, que cumplían condena en régimen cerrado en ese centro, a asistir a charlas y conferencias, así como demostraciones de cómo quedan los cuerpos de sus víctimas cuando les apuñalan, disparan, golpean… hasta la muerte.

Han sido las 355 páginas mejor empleadas en toda mi vida, ya que éste libro que nunca voy a olvidar, muy seguramente me ayudará a realizar mi tarea futura como padre, y a corregir a mi hijo desde la posición de padre… ¡nunca de amigo! Mano dura, aunque sin faltar el respeto mutuo y el afecto.

Y para acabar dejo una reflexión:

“La justicia, y en especial la de menores, amén de ser para el condenado un castigo, debería de verse como un premio. El premio es que las condenas dictadas surtan efecto en cuanto a la reforma del menor, y él se dé cuenta de lo que hizo está mal y de que las consecuencias que acarrean perjudican a muchos, directa e indirectamente. El menor no debe ser castigado con penas severas e internamientos en centros, sino debe ser integrado cuanto antes en la sociedad, y que bajo un control realizado por profesionales, el chaval se reforme junto el resto de ciudadanos”.


Gracias a Emilio Calatayud por enseñar la faceta más humana de la justicia, y reitero, en especial la de menores.